jueves, 19 de julio de 2012

Trabajo en Negro


El trabajo en negro, un mal de esta época
Dr. M. Romeo.-

Cotidiana y vulgarmente, se denomina “trabajo en negro”, al trabajo sin ninguna registración y “trabajo en gris”, al que prestan trabajadores que sólo tienen registrada una parte de la remuneración, o trabajan  jornada completa y se les abona cómo jornada reducida o bien se los registró con una fecha distinta a la de su ingreso.
Ambas situaciones, se denominan técnicamente “trabajo no registrado o deficientemente registrado”. En ambos casos, el empleador transgrede la ley a fin de no realizar los aportes y contribuciones que le son impuestos por la ley.
Para ajustarse a lo exigido por la ley, desde el primer día de trabajo, el empleador debe registrar la relación laboral en sus libros laborales. Paralelamente, debe también registrarla ante el S.U.R.L. (Sistema único de Registro Laboral) y debe dar alta al trabajador ante la A.F.I.P.  y  la Obra Social que le corresponda por la actividad.
Es obligación de los empleadores, cumplir estos pasos desde el comienzo mismo de la relación laboral. Es muy común, y vemos a diario en la atención de consultas, oír a trabajadores que manifiestan que “me dijeron que me corresponde estar en blanco después del tercer mes de trabajo”. Esto es manifiestamente erróneo, y un accionar cotidiano de ciertos empleadores inescrupulosos que se aprovechan de la necesidad y el desconocimiento de la gente, y que aún así, se exponen a consecuencias perjudiciales hasta para ellos mismos.
En las últimas décadas, el trabajo no registrado se ha incrementado notablemente: a comienzos de la década del 80 era del 18% de la masa activa de trabajadores, llegando al 30% a comienzos de los 90 y alcanzando su pico máximo del 49,5% a mediados del año 2003, como consecuencia de la crisis de 2001.
Según un reciente informe del Indec, en el primer trimestre del año 2012, en el Gran Buenos Aires, el 34,1% de los trabajadores no estaba registrado. Cifra que si bien es muy alta, -suponemos debe ser superior en la realidad, toda vez que desde hace unos 6 años, se sabe que los números de dicho Organismo son poco confiables-,  a la vez preocupa, dado que desde hace 9 años el país viene creciendo a  tasas económicas aproximadas al 9% anual.
Tradicionalmente los sectores más castigados por la informalidad laboral, siempre han sido, la construcción, el servicio doméstico y el trabajo rural. En estas actividades, el flagelo del empleo no registrado, produce sus mayores efectos. Asimismo, y en la otra punta de la escala laboral, en la actualidad es cada vez mayor la incidencia del empleo no registrado entre los profesionales liberales. Es cada vez más frecuente, ver a abogados, contadores, médicos, psicólogos etc., trabajar en esas condiciones. A los que para burlar la situación de precariedad laboral, se los hace pasar por monotributistas que prestan un servicio, contratistas a plazo, asesores etc. entre otras figuras fraudulentas.
La situación del trabajador no registrado, es de una total desprotección, ya que no tiene  cobertura de salud,  ni protección frente a accidentes de trabajo, no efectúa aportes para poder jubilarse, no puede percibir el seguro por desempleo, carece del apoyo de su sindicato etc. Los empleadores que los tienen en estas condiciones, no solo perjudican al trabajador con este “modus operandi”, sino también al Estado –ya que evaden obligaciones tributarias- y a otra Empresas, con las cuáles compiten de un modo desigual, toda vez que sus costos son menores, que los de otra Empresa que si paga sus obligaciones cómo corresponde.
En la actualidad, existen varias leyes, que protegen al trabajador frente a este tipo de situaciones y que le permiten reclamar la correspondiente registración y regularización de la situación, bajo consecuencia de reclamar indemnizaciones y multas en algunos casos muy numerosas.



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